En nuestro país, precisamente cuando todo indicaba que ibamos hacia una dictadura perfecta e inevitable, no puede dejar de reconocerse como de trascendente importancia histórica, la intervención de la Honorable Corte Constitucional en defensa de la posibilidad democrática en Colombia. He escrito dictadura
perfecta, y así la he calificado porque, cual crimen perfecto, buscaba hacerse pasar por acto de amor inmaculado hacia la humanidad. Pretendía ataviarse con disfraz de elección popular legítima, cuando en realidad sólo iba a ser resultado de demagogia, manipulación mediática, chuzadas ilegales, falsos positivos, bases gringas y, en suma, ansias ilimitadas de poder.
Parece que nuestro actual presidente quizo ejemplificar a la perfección la advertencia que Lord Acton hizo en 1887: "
Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely." El respetado doctor Uribe, resulta evidente, quería personificar la corrupción absoluta, al pretender hacer suyas la totalidad de las facultades de las ramas del poder público. Tal hubiese sido la consecuencia si Uribe hubiera logrado perpetuarse cuatro años más. Si con lo sucedido en el país durante los recientes ocho años se ha demostrado el elevado grado de corrupción de nuestro presidente, imaginen como sería Álvaro Uribe todopoderoso y, por tanto, todo corrompido.
Y que los méritos, o los defectos, se les reconozcan a quien los tiene. Que la segunda reelección era un incontenible clamor popular, que se le debía dejar a los millones de fieles seguidores del actual presidente la decisión de su benefactor perpetuarse: pamplinas! Los únicos clamorosos reeleccionistas eran el propio Uribe y aquellos pocos que obtenían beneficios privados del poder público. Este poder que tiene su fundamento y su propósito en el pueblo había sido utilizado para pretender aumentar y mantener, al precio que fuera necesario, por supuesto en contra de la Constitución y de las Leyes, privilegios particulares y claramente identificables, o si no, que mejor lo expliquen los impolutos Tomás y Jerónimo o los imparciales y doctos periodistas de RCN.
De un artículo llamado "
Trabajo, dominación y emancipación", escrito por Damián Pachón y publicado en la revista
Planeta Sur en septiembre de 2002; he aprendido que Antonio Negri consideró que, debido a ciertas evoluciones del sistema de producción capitalista y a sus incidencias sobre el trabajo, pueden establecerse las condiciones necesarias para que la antigua masa proletaria devenga en intelectualidad de masa y ésta sea fundamento para el desarrollo de la
democracia en potencia. No existe siquiera posibilidad de democracia si se mantiene alienado al pueblo, enajenado de la realidad con el uso narcótico de los medios de comunicación, con necesidades vitales siempre apremiantes y de difícil satisfacción, con trabajo indigno y frivolidades. Es irrespetar al pueblo hacerle creer que tiene el poder de decidir cuando no tiene posibilidad de satisfacer sus necesidades más inmediatas. Y a nuestro ilustrísimo Procurador, quien, con ramplante descaro, conceptuó que la violación de los topes financieros del proceso de recolección de firmas era un defecto menor subsanable sin implicaciones de fondo, habrá que recordarle que en un pais donde el hambre se exhibe impudicamente por todos los rincones, a la gente, hecha esclava de sus propias necesidades por quienes detentan el poder, no le importa firmarle a quien sea y por lo que se quiera si con ello consigue llevarles pan a sus hijos.
Serán posibles las condiciones que permitan transformar a todos los colombianos en sujetos políticos concientes, libres, críticos y activos, cuando desaparezca la inequidad en la distribución de la riqueza y de sus beneficios. Entonces el pueblo crecerá en fuerza, espíritu e intelecto y será verdadero
Poder Constituyente: "
...Una vez, intelectualizada la masa, se podrá pasar fácilmente a la democracia en potencia (concepto que Negri tomó de la filosofía de Spinoza), para así construir un modelo social acorde a las nuevas necesidades..." (del artículo mencionado).
Pero en nuestras actuales circunstancias, es muy fácil engañar al pueblo haciendole creer que decide, cuando, manipulado, han querido hacer de él un simple instrumento para perpetuar el usufructo privado del poder público.
Por esto es que, desde el año pasado con la actitud valerosa, gallarda, de nuestra Honorable Corte Suprema de Justicia, y ahora con el fallo de impecable altura jurídica de nuestra Honorable Corte Constitucional, los Jueces de la República se han constituido en pilares fundamentales de las posibilidades democráticas en Colombia. Ellos han sabido ponerle freno a las intenciones desaforadas de poder ilimitado del ejecutivo de turno, haciendo realidad el bello diseño estructural del Estado como un sistema de pesos y contrapesos en el que las distintas ramas del poder se controlan unas a otras. Ellos contribuyen al empoderamiento popular con la urgente tarea de pedagogía vital, al enseñar que el respeto a los procedimientos y a las formas es también un aspecto sustancial de toda intención democrática; que si estas formas se irrespetan, se vulnera también la voluntad popular. Ellos se han erigido en protectores democráticos del Estado Social de Derecho, incluso en contra de los supuestos intereses populares, cuando éstos son sólo resultado de engaños y manipulaciones.
Vaya para los Jueces, nuestro sincero reconocimiento y nuestra gratitud por alimentar de nuevo la esperanza de una mejor sociedad, justo cuando todo parecía indicar que era imposible atajar a la bestia desbocada.
LFEG ® 2010.